Algo que puedo hacer Hoy: Aceptar la invitación de Jesús

 


Lucas 19:1–10 (énfasis en los vv. 5–6):

"Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso."

✨ Reflexión Bíblica 

Hoy continuamos con la serie Encuentros con Jesús. En esta ocasión nos detenemos en la historia de Zaqueo, un hombre marcado por la ambición y el desprecio social, pero alcanzado por el llamado directo y personal de Jesús. Su historia demuestra que nadie está demasiado lejos para que Dios lo mire y lo llame por su nombre.

Este pasaje ejemplifica el llamado que Dios nos hace a cada uno, allí donde hemos decidido ubicarnos en la vida y desde donde intentamos mantener alguna forma de relación con Él. Muchas veces nuestros esfuerzos por acercarnos a Dios se basan en sacrificios, penitencias o en la idea de “pagar” de algún modo el derecho a estar con Él; y cuando no lo logramos, al menos buscamos permanecer lo más cerca posible, como un alivio superficial para la conciencia. Sin embargo, Dios tiene un plan distinto, muy personal y único: Él nos llama en el lugar mismo donde estamos e insiste en algo puntual: “Ven conmigo”. Él busca cercanía, intimidad.

Zaqueo era un hombre importante, pero despreciado por sus compatriotas. Su posición lo convertía en blanco del odio de su pueblo. Como jefe de publicanos, cobraba los impuestos que Roma exigía a los judíos. Era conocido que los publicanos se enriquecían a costa del sufrimiento del pueblo, cobrando de más y guardando lo extra para sí, con la complicidad de los soldados romanos que los necesitaban como aliados. Siendo jefe, Zaqueo era quizás el más odiado de todos.

Aun así, en él había algo distinto: una curiosidad y un anhelo. Quería ver a Jesús, y se esforzó por lograrlo. Podría haber usado su estatus y su influencia con los romanos para obtener un lugar privilegiado cerca del Maestro, pero no lo hizo. Procuró alcanzarlo por sus propios medios. Era un hombre de baja estatura, y Jesús, ya en ese tiempo, siempre se movía rodeado de una multitud. Por eso, Zaqueo ideó una solución: subió a un árbol sicómoro y desde allí esperó verlo pasar.

Muchas veces nos conformamos con una relación a distancia con Dios, “tenerlo a la vista” nada más. Pero como veremos en esta serie, Dios no quiere que lo observemos de lejos: Él busca intimidad. Lo sorprendente es que, en lugar de Zaqueo encontrar a Jesús, fue Jesús quien lo encontró a él. Lo vio, lo llamó por su nombre y lo invitó a bajar.

Esa invitación no fue solamente a descender del árbol, sino también de su orgullo, de su estatus y de una vida centrada en las riquezas.

El llamado de Jesús a Zaqueo fue personal, directo y transformador. No fue una simple invitación social, sino una confrontación amorosa: abrir la casa y el corazón para recibir al Salvador. Ese llamado cambió su historia para siempre.

Hoy, al igual que Zaqueo, Jesús nos llama por nuestro nombre. No importa tu pasado, tu condición ni lo que otros piensen de ti: Él quiere entrar en tu casa y en tu vida para traer salvación.

✅ Acción del Día

 Identificar ese “árbol” en el que me mantengo observando sin comprometerme, y dar el paso de descender para recibir a Jesús en lo profundo de mi vida.

❓ Preguntas de Autoevaluación

  1. ¿Cuál es el “árbol” que he construido para observar a Jesús sin acercarme de verdad?

  2. ¿Estoy dispuesto a dejar mi zona de comodidad para responder al llamado de Jesús?

  3. Si hoy me llama por mi nombre, ¿descendería de inmediato con gozo?

🙏 Oración

Señor Jesús, gracias porque me miras con amor y me llamas por mi nombre. Perdóname por tantas veces quedarme como observador, sin entregarme por completo. Hoy decido descender de mis excusas, de mi orgullo, de mi comodidad, y abrirte la puerta de mi casa, de mi corazón. Ven y haz tu morada en mí, trae salvación a mi vida y transforma todo lo que soy. Amén.


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