Algo que puedo hacer hoy: Dar lo mejor a Jesús, sin reservas


 

📖 Texto bíblico base: Juan 12:1–8 (énfasis v.3)

'Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. '

Serie: Encuentros con Dios
Tema: Dar lo mejor a Jesús, sin reservas

Encuentros con Dios: María de Betania

Continuamos con la serie Encuentros con Dios. Hoy nos enfocamos en María de Betania, quien con su ejemplo nos enseña cuál debe ser nuestra actitud hacia Jesús: cercanía y entrega total.

Es común mantener una relación convencional con Dios, en la que damos lo mínimo para apaciguar la conciencia: rezar, leer algún versículo, asistir a reuniones religiosas. Otros van al extremo opuesto y caen en un activismo ruidoso y llamativo. En ambos casos, el corazón puede estar lejos de Dios. Él no desprecia nuestras acciones, pero lo que busca por encima de todo es el corazón. Es Él mismo quien propicia encuentros especiales que nos llevan a despojarnos de dogmas y convencionalismos para presentarnos tal como somos, porque es allí donde quiere estar con nosotros.

Volviendo a María: ella era hermana de Marta y Lázaro, y mantenía una relación cercana con Jesús. Algunos relatos extra bíblicos sugieren que esa amistad pudo haberse iniciado en la juventud del Señor, quizá en visitas familiares a Jerusalén durante la Pascua, pues la familia de Betania era reconocida por su hospitalidad.

En uno de sus recorridos como Maestro, Jesús fue recibido por Marta en su casa (Lucas 10:38–42). Mientras Marta se afanaba en los quehaceres, María prefirió quedarse a los pies de Jesús escuchándolo. Frustrada, Marta se quejó al Señor porque su hermana no la ayudaba; pero Jesús, después de invitarla a calmarse, hizo un reconocimiento claro: “María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada”.

Muchos de nosotros actuamos como Marta: somos activistas religiosos, hacemos de las formas nuestra manera de relacionarnos con Dios. Pero el Señor anhela cercanía. No rechaza nuestras acciones, pero da prioridad al ser. Y eso fue lo que vio en María: un corazón sediento, que deseaba conocerlo más y mejor. Ese debería ser también nuestro enfoque de vida.

Este anhelo llevó a María a una entrega total. En otra ocasión, cuando Jesús volvió a casa de Lázaro (Juan 12:1–8), ella tomó una libra de perfume de nardo puro —equivalente a un año de salario, posiblemente su dote para matrimonio, alrededor de 3.000 dólares en la actualidad— y lo derramó sobre Jesús. Fue un acto extravagante y solemne, reservado para honrar a alguien de la más alta dignidad. Para María, Jesús lo merecía todo.

Podemos concluir que solo un conocimiento íntimo del Señor nos conduce a un sacrificio genuino, sin limitaciones ni excusas. Jesús mismo lo dijo: María escogió la mejor parte. Y ella valoró esa elección por encima de cualquier posesión material. Su mayor tesoro era su relación con el Maestro, y le entregó todo lo que tenía.

El salmista lo expresó así: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmo 73:25). Dios nos creó para tener comunión con Él. Esa comunión se perdió en el Edén con el pecado de Adán y Eva, y desde entonces la humanidad ha intentado recuperarla. Pero nuestros esfuerzos están marcados por la naturaleza caída. Solo hay un camino para restaurarla: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

María lo entendió y actuó en consecuencia: hizo de Jesús su mayor posesión. Y como Él mismo lo prometió, nada ni nadie podrá jamás quitarle esa comunión.



Preguntas de autoevaluación

  1. ¿Estoy viviendo mi fe como Marta, enfocándome en las formas y el activismo, o como María, buscando cercanía e intimidad con Jesús?

  2. ¿Qué lugar ocupa Jesús en mi escala de prioridades? ¿Le entrego lo mejor o lo que sobra de mi tiempo, recursos y atención?

  3. Si Jesús viniera hoy a mi casa, ¿qué acción concreta demostraría mi amor y entrega hacia Él?


Algo que puedo hacer hoy

Haz una pausa en tu rutina y aparta un tiempo de calidad para estar con Jesús. Puede ser en oración, leyendo su Palabra o simplemente en silencio en su presencia. Pero hazlo con intención, dándole lo mejor de tu día y de tu corazón.


Oración

Señor Jesús, quiero escoger como María la mejor parte: estar a tus pies y darte lo mejor de mí. Líbrame de caer en un activismo vacío o en una relación superficial contigo. Haz que mi corazón te reconozca como el mayor tesoro, y que mi vida sea una ofrenda de amor y entrega total a ti. Amén.


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