Algo que puedo hacer hoy: Recordar que su silencio no es ausencia

 


Serie: Dios en el silencio
Texto bíblico base: Hebreos 13:5

Hoy iniciamos una nueva serie titulada: “Dios en el silencio”.

El texto bíblico base lo encontramos en Hebreos 13:5:

“Nunca te dejaré ni te desampararé.”

El reto del silencio
Uno de los desafíos más profundos que enfrentamos los seres humanos es cuando buscamos a Dios en medio de nuestras circunstancias y, en lugar de una respuesta clara, solo encontramos silencio. En esos momentos nos preguntamos qué está sucediendo y por qué parece que Dios no responde.

Es cierto que, en la Biblia, hubo ocasiones en que el silencio divino fue consecuencia del pecado y la rebeldía del pueblo. Sin embargo, no todo silencio de Dios debe interpretarse como castigo. A veces, hay otros propósitos detrás de esos “aparentes silencios”, y en esta serie iremos descubriendo cuáles son.

La fe como base
Nuestra comunión con Dios se fundamenta en la fe, definida en Hebreos 11 como:

“La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

No se trata de una fe ciega o infundada, sino de una fe con bases sólidas, las cuales se fortalecen a través de la relación diaria con Dios. Al recordar la promesa de Hebreos 13:5 —“nunca te dejaré ni te desampararé”— comprendemos que Su silencio no significa ausencia, sino una invitación a confiar más en Su carácter.

¿Cómo podemos experimentar esto en la práctica?

  • A través de la oración constante.

  • Meditando en la Palabra de Dios.

  • Profundizando en Su carácter y naturaleza.

El primer error que nos lleva a interpretar el silencio de Dios como abandono es un conocimiento superficial de quién es Él y de cuál es Su voluntad.

El ruido del mundo
Vivimos rodeados de un mundo caótico y ruidoso que nos roba la capacidad de escuchar la voz de Dios. Tratamos de calmar la ansiedad con estímulos auditivos y visuales, pero estos son pasajeros, nos exigen cada vez más, y terminan bloqueando el espacio donde Dios quiere hablar.

Cuando Elías huyó por miedo a Jezabel (1 Reyes 19:9-13), Dios no se manifestó en el viento recio, ni en el terremoto, ni en el fuego. Lo hizo en el susurro de una brisa apacible. Este detalle nos enseña que, para oír a Dios, necesitamos aprender la disciplina de la quietud: desconectarnos del ruido y entrar intencionalmente en un tiempo de reposo y meditación en Su Palabra.

La meditación bíblica no es vaciar la mente, como enseña la corriente secular, sino llenarla con la verdad de Dios.

Usar lo que ya tenemos
Otra razón por la que sentimos silencio es porque ignoramos los recursos que Dios ya ha puesto en nuestras manos. Moisés lo vivió frente al Mar Rojo (Éxodo 14:15-16): clamó a Dios, pero la respuesta fue clara: “Usa lo que tienes en tu mano.”

Antes de desesperarnos por no escuchar una voz audible del cielo, debemos hacer un examen sincero: ¿qué dones, talentos, recursos o herramientas nos ha dado Dios que aún no hemos usado con fe y obediencia?

Dios sigue hablando
La Escritura lo confirma:

“Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas; y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo.” (Hebreos 1:1-2)

Dios no está en silencio. Sí, habrá momentos en los que Él calla, y estudiaremos esas razones en próximos episodios. Pero Su silencio nunca significa indiferencia. Muy por el contrario, Él anhela tener comunión íntima con nosotros.

La invitación es clara:

“Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.” (Jeremías 33:3,6)

Conclusión
Dios no desea que caminemos en oscuridad ni en confusión. Sin embargo, muchas veces solo acudimos a Él cuando la crisis nos ahoga, en lugar de mantener una relación constante que nos permita reconocer Su dirección en cada aspecto de la vida.

Que este sea un tiempo para aprender a confiar en Su carácter, a buscar Su voz en la quietud y a descansar en la certeza de que Él nunca nos dejará ni nos desamparará.

Bendiciones.


Preguntas de autoevaluación

  1. ¿He confundido silencio de Dios con ausencia?

  2. ¿Qué tan profundo es mi conocimiento de Su carácter?

  3. ¿Estoy cultivando momentos de quietud para escuchar Su voz?


Acción del día

Busca un momento de quietud hoy. Apaga tu celular, desconéctate del ruido, y dedica 10 minutos a meditar en Hebreos 13:5. Deja que esa promesa penetre en tu mente y corazón:
“Nunca te dejaré ni te desampararé.”


Oración

Señor, gracias porque aunque a veces no escucho tu voz de la manera que espero, nunca me dejas ni me desamparas. Enséñame a confiar en ti aun en tu silencio, a escuchar tu susurro en medio del ruido, y a usar lo que ya has puesto en mis manos. Amén.

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