Algo que puedo hacer Hoy: Aceptar la invitación a una vida bienaventurada
Serie: Bienaventurados – El Perfil del Ciudadano del Reino
📖 Guía de lectura bíblica Mateo 5:1-2
"Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…"
Hoy comenzamos con la Serie: Bienaventurados – El Perfil del Ciudadano del Reino
El Sermón del Monte ha sido llamado con justicia la Constitución del Reino de los Cielos. Sus palabras han trascendido el ámbito cristiano, al punto que líderes como Mahatma Gandhi reconocieron su poder transformador, aunque sin llegar a abrazar la fe en Cristo. Él llegó a decir que si las naciones vivieran conforme a estas enseñanzas, muchos de los problemas del mundo se resolverían.
Jesús pronunció este mensaje desde un monte. Para muchos intérpretes, este detalle evoca el Monte Sinaí, donde Moisés recibió la Ley. Así, Cristo se presenta como el nuevo Legislador, no para abolir la Ley, sino para llevarla a su plenitud (Mateo 5:17). Sin embargo, su enseñanza no comienza con mandatos imposibles ni con listas de prohibiciones, sino con una palabra que suena como un eco eterno: “Bienaventurados”.
El mundo entiende la felicidad como el resultado de la posesión, del éxito, de la fama o del placer. Jesús, en contraste, inaugura Su mensaje declarando que la verdadera bienaventuranza no depende de lo externo, sino de una relación viva y correcta con Dios. En otras palabras, la dicha del Reino no es fruto del esfuerzo humano, sino un regalo divino que transforma el corazón.
Jesús, a lo largo del sermón, va a mostrar que la justicia de Dios no se mide solo por actos externos, sino que alcanza la raíz de los pensamientos y las intenciones del corazón. Así, revela que el pecado no comienza en el acto visible, sino en lo que se gesta dentro de nosotros: el odio es ya una forma de asesinato, y la lujuria en el corazón es ya adulterio. Este nivel de pureza, imposible de alcanzar por nuestras fuerzas, nos deja ante una conclusión inevitable: necesitamos desesperadamente la justificación que solo Cristo ofrece. Él es la justicia que no poseemos y el cumplimiento perfecto de la Ley que jamás podríamos lograr por méritos propios.
Las Bienaventuranzas constituyen, entonces, la introducción a este discurso monumental. Allí Jesús describe las virtudes y rasgos que caracterizan a los verdaderos hijos de Dios: humildad, mansedumbre, hambre y sed de justicia, compasión, pureza de corazón y la capacidad de trabajar por la paz, incluso en medio de la persecución.
En el original griego, la palabra makarios —traducida como “bienaventurados”— significa felices, dichosos, plenos, bendecidos. Jesús declara que quienes poseen este gozo no lo encuentran en las circunstancias, sino en vivir bajo la bendición y la aprobación de Dios.
Es vital subrayar que estas palabras no son requisitos para alcanzar la salvación, sino evidencias de haber recibido nueva vida en Cristo. Las Bienaventuranzas no describen lo que debemos lograr para entrar al Reino, sino lo que el Espíritu produce en nosotros una vez hemos nacido de nuevo.
Por tanto, la verdadera dicha del ciudadano del Reino se ancla en su relación con Dios, no en la estabilidad de las circunstancias. Y esta introducción nos desafía hoy a examinar nuestras búsquedas:
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¿He definido mi felicidad por lo que poseo o por lo que soy en Cristo?
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¿Dependo de mi esfuerzo religioso o de la gracia del Rey que abre la puerta de Su Reino?
Jesús abre las Bienaventuranzas mostrando que la felicidad verdadera no es un objetivo que alcanzamos, sino un regalo que recibimos al rendirnos a Su señorío. Solo en Él, y bajo Su gobierno, encontramos la dicha plena y eterna.
📌 En resumen: La verdadera felicidad no es un logro humano, sino una consecuencia divina. No se trata de conseguirla, sino de recibirla al vivir bajo el gobierno de Cristo.
✅ Acción del día – Algo que puedo hacer Hoy
Aceptar la invitación de Jesús a una vida bienaventurada, reconociendo que mi verdadera felicidad depende de mi relación con Él y no de mis circunstancias externas.
❓ Preguntas de autoevaluación
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¿He estado buscando mi felicidad en logros, posesiones o personas en lugar de Cristo?
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¿Estoy dispuesto a rendirme al señorío de Jesús y recibir la dicha que solo Él puede darme?
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¿Se reflejan en mi vida las evidencias de alguien que ha nacido de nuevo: humildad, pureza, justicia y paz?
🙏 Oración
Señor Jesús, reconozco que fuera de Ti no hay verdadera felicidad. Hoy decido aceptar Tu invitación a una vida bienaventurada. Transforma mi corazón, enséñame a depender de Tu gracia y hazme vivir bajo Tu gobierno. Amén.

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