Algo que Puedo Hacer Hoy: Escuchar más allá de las palabras
Serie: Dios en el Silencio
Texto base: Sofonías 3:17
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”
Bienvenidos a “Algo que puedo hacer hoy”, una reflexión de Growing Up with God – Creciendo con Dios Podcast.
Hoy continuamos con la serie “Dios en el Silencio” y tomamos como referencia el pasaje de Sofonías 3:17:
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”
El aparente silencio de Dios
Con frecuencia, en nuestra necesidad de recibir señales inmediatas, interpretamos el silencio de Dios como indiferencia, e incluso, en el peor de los casos, como abandono. Sin embargo, nada está más lejos de la verdad. Dios es el más interesado en una relación íntima y cercana con nosotros.
El silencio divino no es apatía: es un acto de amor. Muchas veces, Él mismo propicia momentos en los que las palabras dejan de ser necesarias, porque su presencia basta. Entonces la pregunta correcta no es: ¿por qué Dios guarda silencio? sino: ¿quién de los dos interlocutores está fallando en la sintonía?
A lo largo de esta serie hemos visto que es Dios quien toma la iniciativa, quien busca el encuentro. Por tanto, si sentimos distancia, casi siempre el problema está en nosotros: en nuestra falta de disposición, sensibilidad o confianza.
Dios calla de amor
El profeta Sofonías nos recuerda que Dios calla de amor por nosotros.
La imagen es la de un padre extasiado mirando a su hijo en paz, sin necesidad de palabras. La tranquilidad del hijo provoca gozo en el corazón del Padre.
Dios se interesa en nuestro bienestar, pero no en el bienestar superficial que solemos medir en bienes materiales, logros o comodidad, sino en el verdadero: el fruto del Espíritu en nuestra vida.
“Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” (Gálatas 5:22-23).
Ese es el bienestar que trasciende, y frente a él no hay ley ni juicio que pueda condenar.
El silencio que transforma
El silencio de Dios no implica ausencia ni inactividad. Al contrario, cuando calla, está trabajando en lo profundo.
El escritor Oswald Chambers lo expresa con poder:
“Cuando no puedas escuchar a Dios, Él ha confiado en ti de la manera más íntima posible: con un silencio absoluto, no un silencio de desesperación, sino de placer, porque vio que podías soportar una revelación aún mayor.”
Este silencio es, entonces, un medio pedagógico de Dios: una prueba que revela el contenido real de nuestro corazón. Nos obliga a examinar nuestras motivaciones. Como advierte Santiago 4:3:
“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
En otras palabras: el silencio de Dios desnuda nuestras intenciones. Nos invita a madurar.
El silencio que fortalece la fe
Dios también se vale del silencio para probar y fortalecer la fe. Recordemos a la mujer cananea que insistió a pesar de no recibir respuesta inmediata, o a Marta y María ante la muerte de Lázaro. A primera vista, Dios parecía ausente, pero en ambos casos, el desenlace fue glorioso: la fe fue afirmada y la manifestación divina superó toda expectativa.
Así, el silencio de Dios suele ser la antesala de una bendición mayor. Es un terreno de espera donde la incredulidad muere y la confianza madura.
El silencio que educa en reverencia
La Biblia nos muestra que el silencio de Dios también es una expresión de su paciencia y su pedagogía.
“El Señor no retarda su promesa… sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9).
En el monte Sinaí, el pueblo de Israel le pidió a Moisés que hablara en lugar de Dios, porque temían morir en su presencia (Éxodo 20:19-20). La respuesta de Moisés fue clara: Dios no busca destruirlos, sino probarlos, para que le teman siempre.
Ese temor no es miedo común, sino reverencia, respeto profundo, admiración que conduce a obediencia. Dios busca formar en nosotros una actitud de sumisión gozosa, donde aún en su silencio sepamos estar seguros de su amor y de su cuidado.
Conclusión y llamado
El silencio de Dios es, en realidad, un lenguaje de amor. Es paciencia que espera nuestro arrepentimiento, prueba que purifica la fe, pausa que prepara revelaciones mayores y ternura que nos guarda en quietud.
Si hoy atraviesas un tiempo donde Dios parece callar, no lo interpretes como abandono. Más bien, míralo como una invitación a confiar, a revisar tus motivaciones, a esperar con fe y a descansar en la certeza de que Él está en medio de ti, poderoso para salvar, gozándose sobre ti con cánticos.
👉 Si eres creyente, este es un llamado a madurar tu fe y a confiar en la fidelidad de tu Padre.
👉 Si aún no conoces a Cristo, este silencio es una oportunidad para escuchar el mensaje más importante: Dios te ama, envió a su Hijo por ti y hoy quiere entrar en tu vida para darte salvación y vida eterna.
El silencio de Dios no es ausencia: es amor en acción.
Algo que puedo hacer hoy
Hoy puedo detenerme en el silencio y escucharlo como un lenguaje de amor de Dios. Puedo examinar mis motivaciones, fortalecer mi fe y descansar en que Su presencia basta.
Autoevaluación
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¿Cómo suelo interpretar el silencio de Dios: como ausencia o como oportunidad para confiar?
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¿Qué motivaciones de mi corazón necesito examinar hoy?
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¿Estoy dispuesto a esperar con fe y paciencia, confiando en que Su silencio también es parte de Su amor?
Oración
Señor, gracias porque incluso en Tu silencio sigues obrando en mí. Enséñame a confiar en Tu amor perfecto, a madurar en la fe y a recibir la paz de Tu presencia. Amén.
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