Algo que puedo hacer hoy: Soltar mis seguridades y descansar en Él
Serie: Bajo su sombra: las demandas de Dios en el Salmo 91
Episodio 2 – Confiar plenamente en Dios
Lectura bíblica: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.” (Salmo 91:2, RVR1960)
Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre: enfermedades, violencia, inseguridad, pérdidas repentinas… Y es precisamente allí donde muchas personas abren la Biblia en el Salmo 91 esperando encontrar un amuleto contra todo mal. Pero la Palabra de Dios no es un objeto místico de buena suerte, sino un llamado a una relación viva de fe. El salmista no está recitando una fórmula mágica; está proclamando una convicción: “Mi Dios, en quien confiaré”.
Confiar en Dios no es un acto superficial, es una decisión radical que transforma la manera en que enfrentamos la vida. Aquí encontramos la segunda demanda de este Salmo: depositar nuestra esperanza y seguridad solo en Él.
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Confiar es elegir un refugio
El salmista compara a Dios con un “castillo”, una fortaleza impenetrable. En tiempos bíblicos, un castillo era símbolo de defensa, un lugar seguro contra ejércitos enemigos. Así, confiar en Dios implica decidir habitar dentro de esa fortaleza espiritual en lugar de levantar defensas humanas.-
“El nombre de Jehová es torre fuerte; a él correrá el justo, y será levantado.” (Proverbios 18:10)
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Aquí no se trata de un refugio físico, sino de una seguridad espiritual y eterna.
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Confiar es renunciar a la autosuficiencia
Muchos buscan su “castillo” en el dinero, el poder, la fama, las amistades influyentes o incluso en la religión vacía. Pero todo eso es efímero.-
Jeremías 17:5 declara con contundencia: “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.”
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En contraste, “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7).
La confianza verdadera siempre nos lleva a descansar en quién es Dios, no en lo que nosotros podemos lograr.
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Confiar es anclar la fe en la persona de Dios
El salmista dice: “Mi Dios, en quien confiaré”. No está hablando de un Dios lejano, sino de una relación personal. Dios no es un concepto, es un Padre cercano y fiel.-
Isaías 26:3 lo confirma: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”
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Esta confianza produce paz en medio de la tormenta. Jesús lo reafirma en Juan 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”
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Confiar es un acto que se prueba en las crisis
La fe no se mide cuando todo marcha bien, sino cuando el suelo tiembla bajo nuestros pies.-
Job, en medio de su dolor, pudo decir: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).
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El apóstol Pablo, preso y perseguido, testifica: “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12).
En otras palabras: la confianza en Dios no depende de las circunstancias, sino del carácter de Dios.
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Algo que puedo hacer Hoy
👉 Dios te está llamando a dejar de usar la fe como un amuleto y a vivirla como una confianza absoluta. ¿Estás confiando en Él de verdad, o en tus propios recursos?
👉 Dios no promete ausencia de problemas, pero sí una presencia poderosa que sostiene en medio de ellos. La verdadera seguridad no está en seguros, bancos ni estrategias humanas, sino en Cristo Jesús, quien venció al pecado y a la muerte.
Preguntas para autoevaluación
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¿Qué me está impidiendo confiar plenamente en Dios?
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¿Estoy levantando mis propios castillos en lugar de correr a Él como mi refugio?
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Si hoy perdiera todo lo que poseo, ¿seguiría creyendo que Dios es mi esperanza?
Oración
“Señor, reconozco que muchas veces he puesto mi confianza en lo que tengo o en lo que sé. Hoy decido declarar con el salmista: ‘Mi Dios, en ti confiaré’. Enséñame a correr a ti como mi castillo y a descansar en tu fidelidad. Amén.”
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